martes, octubre 31, 2006

Ojalá...


Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin tí.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabé la mirada constante,la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones
Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de tí,a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
Esta canción me estremece, me emociona, me humilla, me entristece, me llena de esperanza, me avergüenza (por haberme conformado alguna vez con menos de lo que expresa), me transporta, me hace sentir viva, me hace soñar otros mundos, otros besos, me recuerda la primera vez que la luna no salió porque no estaba…
La luna puede salir sin ti, pero debo admitir que se vuelve más hermosa cuando estás.

domingo, octubre 29, 2006

Blanco y negro

Es mucho mejor cuando estás. Quiero decir, cuando me miras a los ojos y no titubeas. Cuando pones tu mano sobre mi mano sin importar qué signifique. Cuando me abrazas aunque no sepas porqué.

Es mucho mejor cuando estás. Cuando el miedo no te aleja. Cuando sonríes, transparente. Cuando eres como eres.

¿Sabes? Es mil veces mejor cuando reímos. Casi no me importa que no me beses, si estamos riendo. No importa no sentir tu aliento en mi nuca si oigo tu risa franca.

Pero si no estás, si titubeas, si no pones tu mano sobre mi mano, si no me abrazas, si el miedo te aleja, si no sonríes, si no eres como eres, transparente, si no ríes, entonces, no te quedes conmigo.

martes, octubre 24, 2006

Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas...



Pues a ver cuando me haceis una visita, tú y tu novio, para que os dé el visto bueno...

Lisboa es rara, Javier. Es una ciudad de la que tengo recuerdos de cosas que no he vivido. Pero eso me hace ir despacito, más tranquila, con dos dedos, torpe, pero acertando las letras que quiero dar.


Estoy tranquila, por fin. Al menos ya no siento que me muero por dentro. Eso es bueno, ¿no? Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas de empezar otra vez. Y olvidarme de que esta, y cualquier ciudad, a veces, está tan triste como yo. Y notar que estoy cambiando, aunque sólo sea un poco. Bueno, si es mucho, mejor.


¿Has visto que egoístas nos volvemos cuando estamos solos? Espero que tu novio el médico tenga cura para el egoísmo. ¿Tú crees que nos enamoramos sólo para no estar solos? Yo creo que me he enamorado de un chico. Bueno, de sus cogote. Me encanta el cogote de un conductor de tranvía que no conozco.


Espero que lo que tienes ahora sea lo que siempre soñaste tener. ¿Dónde irán los sueños cuando no los conseguimos? Porque a algún sitio tendrán que ir. Aunque creo que al final, los sueños no son más que una excusa, pero una excusa muy gorda. Son la excusa para vivir. Por eso a veces también se convierten en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos.

¡Qué putada, Javier! Asumir que nunca serás lo que siempre deseaste. Ni esperarlo siquiera, ¡joder!

Deseo, deseo, deseo, deseo… Quiero con todas mis fuerzas ser feliz. Y con eso hacer un poquito felices también a los que me rodean. Eso es lo que siempre quise.

¡Ay, qué bien! ¡Qué bien Lisboa, Javier! Beso.

Piedras

domingo, octubre 22, 2006

4 Wendys

" Los niños a lo único que piensan que tienen derecho cuando se le acercan a uno de buena fe es a un trato justo. Después que uno haya sido injusto con ellos seguirán queriéndolo, pero después nunca volverán a ser los mismos. Nadie supera la primera injusticia: Nadie salvo Peter. (...) Las estrellas son hermosas, pero no pueden participar activamente en nada, tienen que limitarse a observar eternamente. Es un castigo que les fue impuesto por algo que hicieron hace tanto tiempo que ninguna estrella se acuerda ya de lo que fue. Por ello, las pequeñas todavía sienten curiosidades. "

James Barrie, en Peter Pan

Una sigue celebrando cumpleaños (propios y ajenos) y ve como pasan los días, las semanas, los meses, los años que van dibujando eso que llaman "líneas de expresión" en nuestras caras y en nuestras vidas. Miro hacia atrás y me descubro midiendo los recuerdos en lustros, guardo los momentos amargos en una esquina de la habitación. El verano que nos dejaron, mi herida en Madrid, tu tristeza discontinua, el día que dijiste basta. Los alegres, que son más ligeros (y muchos más), los intento llevar conmigo a todas partes, como a vosotras, porque no importan las arrugas cuando aparecen por sonreír.
Queremos ser siempre estrellas pequeñitas. Lo conseguiremos.

sábado, octubre 21, 2006

Comienzos


"Vagabundeé mentalmente durante varias semanas, buscando la manera de empezar. Toda vida es inexplicable, me repetía. Por muchos hechos que cuenten; por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito nació aquí y fue allá; que hizo esto y aquello, que se casó con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivió, que murió, que dejo tras sí estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchábamos de niños. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer esto sustituimos a la persona del relato, fingiendo que podemos entenderle porque nos entendemos a nosotros mismos. Esto es una superchería. Existimos para nosotros mismos, quizá, y a veces incluso vislumbramos quiénes somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continúan; nos volvemos cada vez más opacos; más y más conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la frontera que lo separa del otro por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a si mismo. "

Paul Auster, “Trilogía en Nueva York”


Nunca sé cómo empezar. Los textos que escribo, una conversación importante, la primera página de un libro. Nunca sé cómo empezar, y sin embargo todo tiene un principio, una explosión que hace que algo se ponga en movimiento, y nazca una orquídea, crezca una ola, y un gorrión emprenda el vuelo.

¿Qué botón debo apretar para que empieces a mirarme como aquel día?

El otoño azota mi ventana y el olor a tierra húmeda me susurra al oído que ya no escribo como antes. No me importa. Lo que da miedo es pensar que ya no siento como antes, que me he convertido en gente en el metro, gente en la calle, que ya no soy yo sino parte de ellos, sin haber pasado antes por el nosotros. Ahora que todavía no te quiero dame la mano, amor, aún le tengo miedo a morir en vida. Enciende la luz naranja, y permíteme abrir las ventanas para que entre la noche.

Sabes que la luna aún puede salir sin ti.

sábado, octubre 14, 2006

Cosas de la edad



No sé por qué no me sale hacer balance del año el 31 de diciembre. Siempre lo hago en otoño. Será que aún me muevo en el año escolar, cuando el principio era comprar nuevos libros, nuevos cuadernos, lápices de colores, y prometerme que esta vez sí, iba a estudiar de verdad. He crecido y ya no hay colegio, ni instituto, ni universidad, y septiembre no implica tener nuevos compañeros, sino que los antiguos regresen de lugares a los que fueron a olvidar durante quince días que la contabilidad nunca cuadra.

Estos doce meses han tenido momentos tan amargos que prefiero no volver la vista demasiado atrás. Pero somos héroes y venceremos. De este año me quedo con mi gente, lo más importante de mi vida.

No están en este vídeo todos los que son, a los que faltais ya me encargo de deciros en persona lo mucho que os necesito.

viernes, octubre 13, 2006

Palabras al aire

Supongo que todo en la vida es cíclico, y que esta no sea la última vez que llore, y que mañana no sea la última ocasión en la que vuelva a recuperar la sonrisa. Cuento hasta 10 y no me basta. Lo intento de nuevo. Oye, ¿seguro que esto es eficaz?

Me rodea gente sin nombre, trajes sin cuerpo, voces que no dicen nada en este jueves disfrazado de sábado en el que las personas echan a andar y todos los caminos llevan al mismo rincón del Retiro. Te espero aquí aunque sé que estás tan lejos que extiendo la mano y casi te toco. El matiz se encuentra en el casi. Putos matices.

Es otoño y yo no me había dado cuenta. De repente noto los ocres, el tono rojizo de algún árbol conocido. Y me percato de que estoy escribiendo. No hay duda, es otoño, y yo nostalgio, él nostalgia y no sé si lo hace pensando en mí. Vuelvo a mí poco a poco. Madrid está lleno de sueños, inquieto, y yo me canso de estar parada y mirando al suelo. Me golpeo la cara con fuerza y reacciono: ¿qué le pides a la vida?

Y salgo a la calle con dos amigos, a tomar unas cañas. Porque en realidad, lo que pido es muy poco. O muchísimo, según se mire.

martes, octubre 03, 2006

Cristina

Cristina se pierde en Madrid y yo me pierdo en su sonrisa de modelo de niña buena, con sonrisa pícara y rizos y pecas y todo, como si fuese una muñeca hecha por encargo, de esas a las que no les faltan detalle. Me acuerdo de ella cuando disfruto con algo sencillo porque ella es así, sencilla, y me gusta su forma de asombrarse con todo y abrir esos ojos almendrados que tiene, con el (falso) aire de no haber roto nunca un plato. Cristina me abraza cuando lo necesito, y cuando no lo necesito, también, así que ya casi encajamos como las piezas de un puzzle viejo, por el uso, por la repetición que tanta falta me hace. Cristina aguanta mis manías de bicho raro, y me perdona que emigre de vez en cuando a ni siquiera yo sé dónde, y vuelva necesitada de regazo (confortable), de Libertad (8) y de una caricia (suya). Por eso no he querido esperar hasta su cumpleaños para regalarle un jardín con oropéndolas, ruiseñores y vencejos, por eso soy consciente de que es lo mejor que me ha dado Madrid, por eso hoy me arrodillo para susurrarle que la quiero.

domingo, octubre 01, 2006

Flores de ciudad

La verdad es que no sé cual es la verdad. No sé por qué he vuelto, ni la razón de mi huida. No sé qué contarte hoy que te busco y no te encuentro, hoy que te llamo en silencio y no me escuchas. Tampoco sé disimular. Ni qué número de llamadas es el máximo y el mínimo.

Madrid me da la mano y me enseña sus rincones, callejeamos buscando motivos por los que no besarte en los labios. Paseadores de perros, corredores de fondo, el ruido metálico de los comercios abriéndose, el paso lento de los que aún no han deshecho su cama, alguien riega las aceras de hormigón como si quisiera hacer brotar orquídeas. Huele a lluvia sin que haya llovido en esta ciudad en la que casi todo es tan mentira y tan verdad como la caricia que me quema en los dedos cuando te siento cerca. Gran vía no duerme ni aunque haya salido de farra, y tú y yo (que en sueños somos nosotros), detrás de la línea divisoria.

Si me acompañas, salto.