martes, octubre 31, 2006
domingo, octubre 29, 2006
Blanco y negro

Es mucho mejor cuando estás. Cuando el miedo no te aleja. Cuando sonríes, transparente. Cuando eres como eres.
¿Sabes? Es mil veces mejor cuando reímos. Casi no me importa que no me beses, si estamos riendo. No importa no sentir tu aliento en mi nuca si oigo tu risa franca.
Pero si no estás, si titubeas, si no pones tu mano sobre mi mano, si no me abrazas, si el miedo te aleja, si no sonríes, si no eres como eres, transparente, si no ríes, entonces, no te quedes conmigo.
martes, octubre 24, 2006
Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas...
Pues a ver cuando me haceis una visita, tú y tu novio, para que os dé el visto bueno...
Lisboa es rara, Javier. Es una ciudad de la que tengo recuerdos de cosas que no he vivido. Pero eso me hace ir despacito, más tranquila, con dos dedos, torpe, pero acertando las letras que quiero dar.
Estoy tranquila, por fin. Al menos ya no siento que me muero por dentro. Eso es bueno, ¿no? Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas de empezar otra vez. Y olvidarme de que esta, y cualquier ciudad, a veces, está tan triste como yo. Y notar que estoy cambiando, aunque sólo sea un poco. Bueno, si es mucho, mejor.
¿Has visto que egoístas nos volvemos cuando estamos solos? Espero que tu novio el médico tenga cura para el egoísmo. ¿Tú crees que nos enamoramos sólo para no estar solos? Yo creo que me he enamorado de un chico. Bueno, de sus cogote. Me encanta el cogote de un conductor de tranvía que no conozco.
Espero que lo que tienes ahora sea lo que siempre soñaste tener. ¿Dónde irán los sueños cuando no los conseguimos? Porque a algún sitio tendrán que ir. Aunque creo que al final, los sueños no son más que una excusa, pero una excusa muy gorda. Son la excusa para vivir. Por eso a veces también se convierten en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos.
¡Qué putada, Javier! Asumir que nunca serás lo que siempre deseaste. Ni esperarlo siquiera, ¡joder!
Deseo, deseo, deseo, deseo… Quiero con todas mis fuerzas ser feliz. Y con eso hacer un poquito felices también a los que me rodean. Eso es lo que siempre quise.
¡Ay, qué bien! ¡Qué bien Lisboa, Javier! Beso.
Piedras
domingo, octubre 22, 2006
4 Wendys

James Barrie, en Peter Pan
Una sigue celebrando cumpleaños (propios y ajenos) y ve como pasan los días, las semanas, los meses, los años que van dibujando eso que llaman "líneas de expresión" en nuestras caras y en nuestras vidas. Miro hacia atrás y me descubro midiendo los recuerdos en lustros, guardo los momentos amargos en una esquina de la habitación. El verano que nos dejaron, mi herida en Madrid, tu tristeza discontinua, el día que dijiste basta. Los alegres, que son más ligeros (y muchos más), los intento llevar conmigo a todas partes, como a vosotras, porque no importan las arrugas cuando aparecen por sonreír.
sábado, octubre 21, 2006
Comienzos
"Vagabundeé mentalmente durante varias semanas, buscando la manera de empezar. Toda vida es inexplicable, me repetía. Por muchos hechos que cuenten; por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito nació aquí y fue allá; que hizo esto y aquello, que se casó con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivió, que murió, que dejo tras sí estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchábamos de niños. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer esto sustituimos a la persona del relato, fingiendo que podemos entenderle porque nos entendemos a nosotros mismos. Esto es una superchería. Existimos para nosotros mismos, quizá, y a veces incluso vislumbramos quiénes somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continúan; nos volvemos cada vez más opacos; más y más conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la frontera que lo separa del otro por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a si mismo. "
Paul Auster, “Trilogía en Nueva York”
Nunca sé cómo empezar. Los textos que escribo, una conversación importante, la primera página de un libro. Nunca sé cómo empezar, y sin embargo todo tiene un principio, una explosión que hace que algo se ponga en movimiento, y nazca una orquídea, crezca una ola, y un gorrión emprenda el vuelo.
¿Qué botón debo apretar para que empieces a mirarme como aque

El otoño azota mi ventana y el olor a tierra húmeda me susurra al oído que ya no escribo como antes. No me importa. Lo que da miedo es pensar que ya no siento como antes, que me he convertido en gente en el metro, gente en la calle, que ya no soy yo sino parte de ellos, sin haber pasado antes por el nosotros. Ahora que todavía no te quiero dame la mano, amor, aún le tengo miedo a morir en vida. Enciende la luz naranja, y permíteme abrir las ventanas para que entre la noche.
Sabes que la luna aún puede salir sin ti.
sábado, octubre 14, 2006
viernes, octubre 13, 2006
Palabras al aire

Me rodea gente sin nombre, trajes sin cuerpo, voces que no dicen nada en este jueves disfrazado de sábado en el que las personas echan a andar y todos los caminos llevan al mismo rincón del Retiro. Te espero aquí aunque sé que estás tan lejos que extiendo la mano y casi te toco. El matiz se encuentra en el casi. Putos matices.
Es otoño y yo no me había dado cuenta. De repente noto los ocres, el tono rojizo de algún árbol conocido. Y me percato de que estoy escribiendo. No hay duda, es otoño, y yo nostalgio, él nostalgia y no sé si lo hace pensando en mí. Vuelvo a mí poco a poco. Madrid está lleno de sueños, inquieto, y yo me canso de estar parada y mirando al suelo. Me golpeo la cara con fuerza y reacciono: ¿qué le pides a la vida?
Y salgo a la calle con dos amigos, a tomar unas cañas. Porque en realidad, lo que pido es muy poco. O muchísimo, según se mire.
martes, octubre 03, 2006
Cristina

domingo, octubre 01, 2006
Flores de ciudad

Madrid me da la mano y me enseña sus rincones, callejeamos buscando motivos por los que no besarte en los labios. Paseadores de perros, corredores de fondo, el ruido metálico de los comercios abriéndose, el paso lento de los que aún no han deshecho su cama, alguien riega las aceras de hormigón como si quisiera hacer brotar orquídeas. Huele a lluvia sin que haya llovido en esta ciudad en la que casi todo es tan mentira y tan verdad como la caricia que me quema en los dedos cuando te siento cerca. Gran vía no duerme ni aunque haya salido de farra, y tú y yo (que en sueños somos nosotros), detrás de la línea divisoria.
Si me acompañas, salto.